El poder del amor y el perdón
- Tesoros en el cielo

- 5 nov
- 4 Min. de lectura
Lectura bíblica: Efesios 4:31-32
Daniela era una niña alegre, siempre sonreía, ayudaba a su mamá y participaba en la escuela dominical con entusiasmo. Todos la conocían como una niña amable, hasta que un día algo cambió su corazón.
Una de sus mejores amigas, Paola, comenzó a juntarse con otras niñas del grupo. Ya no la invitaba a jugar ni a sentarse con ellas. Peor aún, un día Paola dijo frente a todos:
—Daniela siempre quiere ser la mejor, se cree perfecta.
Las palabras fueron como un golpe al corazón. Daniela sintió una mezcla de tristeza y enojo. En su mente pensó:
—Si ella quiere ser así, entonces no volveré a hablarle nunca.
Desde ese momento, Daniela evitaba a Paola, le contestaba con frialdad y en su corazón creció algo feo: el orgullo.
Durante los cultos, cuando el pastor hablaba del amor, Daniela cruzaba los brazos y pensaba:
—Yo no hice nada, la que tiene que pedir perdón es ella.
Pero cada noche, al orar, sentía un peso en su corazón. Era como si algo la separara de Dios. Hasta que un domingo, la maestra de escuela dominical contó la parábola del siervo sin misericordia. El que fue perdonado por su señor, pero no quiso perdonar a su compañero. Y al final, el maestro dijo algo que tocó profundamente a Daniela:
"Dios no puede habitar en un corazón lleno de orgullo y rencor. Cuando perdonamos, abrimos la puerta para que Su amor nos llene otra vez.”
Daniela bajó la mirada y sus ojos se llenaron de lágrimas. Entendió que el enojo la había hecho perder su paz. Esa noche oró con el corazón sincero:
—Señor, me duele lo que me hicieron, pero no quiero seguir así. Quita de mí el orgullo. Enséñame a perdonar como Tú me perdonaste. En el nombre de Jesús, amén.
Al día siguiente, en la escuela, vio a Paola sola en el recreo. Por un momento dudó, pero recordó su oración. Dio unos pasos y le dijo suavemente:
—Paola… quiero que sepas que te perdono. No quiero seguir enojada contigo.
Paola la miró sorprendida y con lágrimas le respondió:
—Yo también quiero pedirte perdón, Daniela. Fui mala contigo, no debía hablar así.
Las dos se abrazaron. Fue un momento hermoso. En ese instante, Daniela sintió una paz tan grande que no podía explicarla. Era como si Dios mismo sonriera desde el cielo.
Desde entonces, las dos volvieron a ser amigas. Daniela comprendió algo que jamás olvidaría: El orgullo destruye, pero el amor y el perdón reconstruyen.
Con el tiempo, su relación se volvió más fuerte, y otras niñas en la iglesia se inspiraron por su ejemplo. Daniela aprendió que el perdón no es solo para quien nos ofende, sino también para sanar nuestro propio corazón.
Cuando guardamos resentimiento, cerramos la puerta al gozo y a la presencia de Dios. Pero cuando elegimos amar, aunque nos duela, Dios llena nuestro interior con Su luz, Su paz y Su amor. El orgullo nos hace mirar hacia abajo, pero el perdón nos levanta hacia el cielo. 🌿✨
Pregunta a tus hijos cual es la enseñanza que aprendieron hoy...
Enseñanza de hoy: Perdonar con amor sana el corazón y nos hace más parecidos a Jesús.
¿Hay alguien a quien todavía no has perdonado?
¿Qué cosas te impiden acercarte y pedir perdón tú primero?
¿Cómo puedes demostrar el amor de Dios a esa persona?
Perdonar no siempre es fácil, sobre todo cuando alguien nos hiere o nos hace sentir traicionados. Pero el amor verdadero, el amor que viene de Dios, no busca tener la razón, busca traer paz. Cuando decidimos guardar enojo y orgullo, cerramos nuestro corazón al amor del Señor y dejamos que la amargura crezca dentro de nosotros. El orgullo nos dice: “No perdones, no lo merece”, pero el Espíritu Santo nos susurra: “Perdona, como Cristo te perdonó a ti.”
El perdón no borra lo que pasó, pero sana lo que el dolor dejó. Cuando soltamos la ofensa y la entregamos en las manos de Dios, Él se encarga de traer justicia y sanidad. Perdonar no es debilidad, es fortaleza espiritual. Jesús mismo nos dio el ejemplo más grande: mientras lo crucificaban, oró diciendo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.”
Dios quiere que nuestros corazones estén llenos de amor, no de orgullo. El orgullo levanta muros, pero el perdón construye puentes. Cuando perdonamos, no solo liberamos al otro, sino que también liberamos nuestra alma. Cada vez que decidimos amar a pesar del dolor, el cielo sonríe y el Espíritu de Dios renueva nuestra paz.
El perdón no cambia el pasado, pero transforma el presente y abre las puertas del futuro. Si alguien te ha herido, no dejes que el orgullo te impida amar. Ora por esa persona, entrégala a Dios y confía en que Él obrará.
Recuerda: solo un corazón que ha sido perdonado puede perdonar con sinceridad.
🎯 Reto de hoy:
Ora por esa persona que te haya lastimado. Si puedes, escríbele un mensaje amable o acércate a saludarle.
Recuerda: el perdón no te hace débil, te hace fuerte, porque amar como Jesús amó requiere valentía. 🌿✨
Versículo clave: Efesios 4:31-32
Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia… antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
Es Hora de Orar...
🌈✨ ¿Te gustaría ir al cielo… pero no sabes cómo? ✨🌈
¡Tenemos una buena noticia para ti!
Dios te ama y quiere que estés con Él para siempre.
Descubre el camino con nosotros paso a paso. 🚶♂️🚶♀️💖

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