Qué alegría convivir con los hermanos en Cristo
- Tesoros en el cielo

- 8 nov
- 4 Min. de lectura
Lectura bíblica: Salmo 133:1
Samuel era un niño alegre que amaba ir a la iglesia. Cada domingo se levantaba temprano, se ponía su mejor ropa y corría a saludar a sus amigos del grupo infantil. Le gustaba cantar, aprender versículos y participar en los juegos. Para él, la iglesia era su segundo hogar.
Pero un domingo algo cambió. Durante la hora del refrigerio, un niño nuevo llamado Elías accidentalmente tiró el jugo sobre la camisa de Samuel. Todos se rieron, y Samuel, con el rostro rojo de coraje, le gritó:
—¡Mira lo que hiciste! ¡Ni siquiera sabes tener cuidado!
Elías bajó la cabeza y se fue a sentar solo, avergonzado. Samuel, en cambio, pasó el resto del culto molesto. Durante la clase, la maestra hablaba del perdón y de amar a los hermanos en Cristo, pero él no quería escuchar. Pensaba:
—No tengo por qué perdonarlo, él fue el que me ensució.
Cuando terminó la reunión, Samuel se fue sin saludar a nadie. Esa semana, algo extraño ocurrió: ya no sentía la misma alegría por ir a la iglesia. Oraba, pero su corazón estaba apagado. El domingo siguiente, cuando su mamá le preguntó si estaba listo, él respondió:
—No quiero ir hoy.
Ella se sorprendió. —¿Por qué, hijo? Siempre te encanta ir. —No sé… ya no me siento igual.
Su mamá lo miró con ternura y le dijo:
—Samuel, cuando dejamos que la ofensa se quede en el corazón, el gozo de Dios se apaga. La iglesia no es perfecta; todos fallamos, pero Jesús nos enseña a perdonar y amar.
Esas palabras lo hicieron pensar todo el día. Por la noche, antes de dormir, abrió su Biblia y leyó en Efesios 4:32:
"Sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.”
Samuel sintió un nudo en la garganta. Recordó cómo había gritado a Elías y cómo lo había hecho sentir mal. Se arrodilló al lado de su cama y oró:
—Señor, perdóname. Fui orgulloso y duro. Quiero volver a tener alegría en mi corazón. Ayúdame a perdonar y a pedir perdón. En el nombre. de Jesús, amén.
El siguiente domingo, Samuel fue decidido a hablar con Elías. Cuando lo encontró, le dijo:
—Elías, perdón por gritarte. Me enojé por mi ropa, pero no tenía derecho a tratarte así.
Elías sonrió con timidez. —No te preocupes. Fue un accidente, y gracias por decirme eso.
Ambos comenzaron a conversar, y al poco tiempo, se convirtieron en buenos amigos. Samuel sintió que el gozo había vuelto a su corazón. Ahora comprendía que la verdadera alegría no era solo asistir a la iglesia, sino convivir con amor y armonía con los hermanos en Cristo.
Ese día, su maestra compartió el versículo del Salmo 133:1:
"¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!”
Samuel lo repitió con emoción. Había aprendido que cuando hay amor, perdón y unidad entre los hijos de Dios, el cielo se alegra y el Espíritu Santo llena el lugar de Su presencia. La armonía no se logra siendo perfectos, sino teniendo un corazón dispuesto a amar, perdonar y servir.
Desde entonces, Samuel procuraba ser amable con todos, ayudar a los más pequeños y dar ejemplo de amor cristiano. Cada vez que veía a alguien solo, se acercaba y le decía:
—¿Quieres jugar conmigo? En la iglesia todos somos una familia.
Dios usó su cambio de actitud para inspirar a otros niños. Y Samuel nunca volvió a perder su gozo, porque entendió que la felicidad más grande está en vivir en paz con los demás y agradar a Dios con nuestras relaciones.
Pregunta a tus hijos cual es la enseñanza que aprendieron hoy...
Enseñanza de hoy: Convivir en amor y perdón con los hermanos en Cristo alegra el corazón de Dios.
¿Cómo tratas a tus hermanos en Cristo cuando te hacen enojar?
¿Estas ayudando a que tu iglesia o grupo vivan en armonía?
¿He pedido perdón o perdonado a quien me ofendió?
La iglesia es la familia espiritual que Dios nos regaló para crecer, amar y servir juntos. A veces habrá desacuerdos o errores, pero el amor verdadero se demuestra cuando perdonamos y buscamos la paz. El orgullo rompe la comunión, pero el perdón la restaura. Cuando dejamos el enojo y aprendemos a convivir con humildad y amor, Dios se agrada, Su presencia se manifiesta y nuestro corazón se llena de gozo.
La armonía entre los hermanos es un reflejo del amor de Cristo en nosotros.
🎯 Reto de hoy:
Saluda con alegría a tus hermanos en la fe. Si hay alguien con quien te has enojado, pídele perdón o hazle un favor. Ora para que Dios te dé un corazón que ame como Jesús amó.
Recuerda: donde hay amor, unidad y perdón, la presencia de Dios habita con gozo. 💛
Versículo clave: Salmo 133:1
¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!
Es Hora de Orar...
🌈✨ ¿Te gustaría ir al cielo… pero no sabes cómo? ✨🌈
¡Tenemos una buena noticia para ti!
Dios te ama y quiere que estés con Él para siempre.
Descubre el camino con nosotros paso a paso. 🚶♂️🚶♀️💖

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